Parte 1- La carta

Evelyn se enfrenta a una vida dura y llena de sufrimiento. Abandonada por sus amigos y por la sociedad, decide pedir ayuda a un viejo amigo por correspondencia cuando su maltratador padre decide subastarla.

Cuando la ayuda se presenta a última hora resulta aparecer bajo la forma de un siniestro y torturado Conde con el rostro y el cuerpo quemado en un terrible accidente.

¿Será ese hombre la ayuda que Evelyn necesita? o cometerá el peor error de su vida al aceptar todas sus condiciones.

Pulsa para leer a continuación la primera parte.

— Señor— carraspeó Benwell en la entrada del despacho— Ha llegado esto de Londres— el viejo sirviente entró con lentitud y posó una caja en la mesa con un sobre. —Lo ha traído un muchacho desde Merlow e insistió en que era sumamente importante que lo recibiese cuanto antes.

— Gracias Benwell— dijo el Caballero apresurándose a abrir el sobre.

«…

Estimado Sr. G.Newton;

Soy perfectamente consciente, señoría, de las condiciones en las que usted finalizó nuestra relación. Me ha quedado claro que no lograré jamás que vuelva a compartir su don conmigo o con alguna otra alma. Me solicitó encarecidamente, que no le buscase, no le visitase, que no le invitase a eventos sociales ni le molestase en forma alguna. Y, aunque no la comparta, le respeto y admiro por su decisión. De todos modos me veo obligada a insistir  puesto que considero debe saber  el motivo por el que ahora le escribo es para pedirle, no, más bien suplicarle por última vez, su ayuda.

Confíe en mi sinceridad, su señoría. No habría recurrido a usted si no fuese realmente mi última opción. Le ruego que no me ignore como otros han hecho antes, créame cuando le aseguro que me encuentro en grave peligro y necesito ser rescatada. Usted es el único hombre que queda en este mundo en el que puedo confiar mis palabras de auxilio.

No me ignore también usted.

Hoy, intentando buscar consuelo en mi desdicha, he releído una vez más sus publicaciones. Recordé aquellos días, cuando no era más que una fiel seguidora de sus increíbles y aterradores relatos dominicales. Una niña que se quedó fascinada por sus palabras y que, entristecida por su repentino abandono de la vida literaria, le escribió aquella carta llena de dolor y despecho. No entendía su retirada, su silencio… el haber olvidado a sus seguidores, el haberme traicionado a mí…

Ya sabe usted que yo no era más que una muchachita de 14 años rabiosa por otro abandono más. Con sinceridad le diré que jamás pensé que mis insistentes misivas al periódico para exigir su inmediato regreso fuesen a ser respondidas precisamente por usted… Nunca, Nunca creí que aquellas primeras cartas tan llenas de reproches y odio fuesen a representar el nacimiento de aquella amistad que nos acompañó durante casi diez años. Aquella amistad que usted decidió finalizar ante mi, ahora veo que inapropiada, proposición.

Tengo la esperanza de que el haber comprendido mi grave indisceción y también la delicada situación a la que le había sometido al haber pedido iniciar una relación le sirva como prueba de que jamás volvería a pedirle algo de similar índole. Acepté mi castigo al perder su valiosa confianza. Pero, para serle sincera, a lo largo de todos aquellos años en los que intercambiábamos misivas, cada dos días exactamente, confié en usted mis más profundos pensamientos y sentimientos con palabras que no he compartido con ningún otro ser, varón o mujer. Aprendí mucho sobre la vida, las personas y las aventuras gracias a sus siempre amables y sabias palabras. No siempre dulces, a veces, incluso, soeces. Acepté y atesoré en mi corazón todas sus reflexiones y consejos,…

Incluso los que no entendí. También los que no me sirvieron. Todos aquellas palabras que usted dirigía a mí eran un tesoro, eran mi fortuna, dijesen lo que dijesen y aunque fuesen duras críticas hacia mi intolerable comportamiento.

Y cuando era usted el que me confiaba sus inquietudes y tormentos en sus cartas, se convertían también en míos. Como si la tinta de su pluma fuese mi sangre y con su lectura recuperase mi alma.

Sus problemas me torturaban durante días, provocaban incluso mi llanto… Yo dejaba cuanta tarea tuviese por hacer, asumía cualquier castigo que aquello conllevase. Únicamente para poder pensar en una solución para usted, para escribir hojas y hojas con mis infantiles consejos. Creyendo, tonta de mí, que le serían de utilidad. Creyendo, ilusa de mí, que me vería como lo que yo aspiraba a ser y realmente no era, la mujer que le salvaría de su desdicha.

Le aseguro que comprendo que nuestra relación nunca fue interesada. Nunca pensé que podría algún día necesitar algo más de una amistad como la suya. Nunca fue mi intención molestarle con la desnudez de mi alma. Comprendí el castigo que me impuso, lo acaté con dignidad y debo decir que me arrepiento de todos los errores que cometí. A pesar de todo el castigo impuesto, usted continúa representando a día de hoy el único y más cercano a un amigo para mí. Y es para mí triste reconocerlo, realmente, a mis 24 años, solamente con usted he experimentado la sensación de ser una persona valorada, comprendida y respetada.

Usted y su amistad ha sido lo único bueno que me ha sucedido en la vida.

Como le dije al principio de esta, ya demasiado larga, misiva. Hace meses que intento localizarle con desesperación, desconozco si mis notas no han llegado a su poder o bien, dios no lo quiera, ha decidido ignorarlas. Ahora el tiempo se acaba y no tengo nadie más a quien recurrir.

Mi padre, ese monstruo al que debo llamar con respeto PADRE ha decidido que ya no necesita de mis cuidados ni invertir más en mi persona y, por todo ello, desea casarme a la mayor celeridad posible. Como le había comentado a usted en anteriores misivas antes de mi castigo, he rechazado cada una de las más que cuestionables elecciones de pretendientes. Pero sus malas palabras y sus golpizas me han dejado meridianamente claro que ya no está dispuesto a que continúe con mi negativa.

Su idea para conseguir mayor recompensa por mi honor ha sido organizar un espectáculo de subastas para poder desposarme al mejor postor. Sinceramente, señoría, al principio creí que se trataba de un delirio fugaz nacido de su afición a la bebida. Jamás podía haber concebido que un padre cristiano pudiese hablar de la intachable honra de su hija en según qué términos, pero… poco a poco la idea de la subasta ha tomado una forma esperpéntica y terrorífica hasta llegar al punto en el que ha dejado de interesarle el matrimonio o mi futuro tras el evento y temo que que ya he llegado a un punto en el que mi padre plantea una segunda subasta para el caso de que, tras deshonrarme, me regresen a casa con él.

A mi puerta han venido hombres de dudosa reputación, esclavistas e incluso propietarios de conocidos burdeles con el único objetivo de participar en la subasta. Sé que lo que le estoy contando parece algo increíble ya que tanto la esclavitud y el proxenetismo están perseguidos y penados en nuestro reino, pero así mismo también le recuerdo que no están erradicados y que mi padre continúa siendo el Alcalde de Merlow bajo la gracia de su majestad y es por ello que el evento dispone de los permisos legales y del amparo de la corona.

Le juro que he intentado parar toda esta locura antes de quebrantar mi castigo y recurrir a usted, mi señor, mi única esperanza. Le ruego que escuche esta desesperada súplica de una mujer agonizante pues será la última, ya que, tras ser subastada, no le enviaré más misivas. Aceptaré mi desdichado sino como mujer.

Así pues, le envío todas cuantas posesiones todavía conservo en este mundo para que las guarde en mi memoria o, si en su infinita bondad decidiese ayudarme, tenga a bien venderlas y acudir a la subasta para pujar por mi desdichada alma.

Unos meses antes de decidir buscarle de nuevo, cansada del sufrimiento de esta vida planeé caminar al vacío desde la torre más alta de Merlow. Allí, entre lágrimas de desdicha recordé que hace años usted me escribió hablándome de su matrimonio y dijo que que la tortura física sólo nos hace más fuertes mientras que de lo verdaderamente insoportable era el desconsuelo del alma. Entonces no había entendido aquellas palabras, pero en lo alto de aquella torre comprendí con toda claridad su significado.

Usted, señoría, representa para mí el único consuelo de mi alma. La subasta tendrá lugar el próximo jueves 16 en la peana principal del mercado de Merlow, frente a la posada hacia la media mañana.

Siempre su amiga y colega.

Evelyn Cartland

…»

El conde estrujó el papel con ira y abrió la caja para encontrarse en su interior unos viejos libros, un joyero deliciosamente tallado a mano en cuyo interior albergaba unas pocas monedas de plata y un sobrio y envejecido collar de perlas.

El hombre pasó las yemas de los dedos sobre el collar con contenida impaciencia, se separó violentamente de aquellas posesiones como si quemasen. Se acercó al polvoriento espejo y observó detenidamente su deforme reflejo. Dio un violento golpe contra el mueble que lo sostenía y se dirigió nuevamente al escritorio para escribir a toda velocidad, luego llamó a Benwell.

— Consiga un carruaje y caballos, prepárese para viajar a Merlow mañana, y envíe esto a Londres con urgencia— dijo el conde entregando el sobre lacado al criado.

— Pero señor, Merlow está a tres días de camino y…

— Tenemos que llegar antes del jueves a media mañana.

— Hoy es Martes señor, temo que no…

— ¿Y Qué demonios hace aquí todavía? — Rugió el conde fuera de sí— ¡Vaya a prepararlo todo!

7 comentarios en “Parte 1- La carta

  1. Wolfdux dijo:

    Los personajes femeninos de época no me fascinan por lo que comentas… Pero de momento has conseguido captar mi atención y seguiré leyendo esta historia a ver que tienes pensado. :·)

    Ahora permíteme hacer un par de observaciones referente a los diálogos. :·P

    Me he fijado que escribes de manera sistemática la raya de diálogo seguida de un espacio al inicio del parlamento. También colocas espacios y un punto que cierra el inciso dentro del mismo, cuando no deberías hacerlo. Te coloco los diálogos correctamente escritos para que veas como deberían ir.

    «—Señor —carraspeó Benwell en la entrada del despacho—. Ha llegado esto de Londres. —El viejo sirviente entró con lentitud y posó una caja en la mesa con un sobre—. Lo ha traído un muchacho desde Merlow e insistió en que era sumamente importante que lo recibiese cuanto antes.»

    «—Gracias Benwell —dijo el Caballero apresurándose a abrir el sobre.»

    «— Pero señor, Merlow está a tres días de camino y…» debería ser así: «—Pero señor, Merlow está a tres días de camino y…»

    «—Consiga un carruaje y caballos, prepárese para viajar a Merlow mañana, y envíe esto a Londres con urgencia —dijo el conde entregando el sobre lacado al criado.»

    «—Pero señor, Merlow está a tres días de camino y…»

    «—Tenemos que llegar antes del jueves a media mañana.»

    «—Hoy es Martes señor, temo que no…»

    «—¿Y Qué demonios hace aquí todavía? —rugió el conde fuera de sí—. ¡Vaya a prepararlo todo!» (en este último caso «rugir» funciona como un verbo dicendi y por lo tanto debe ir en minúscula)

    Espero que no te moleste mi comentario y que te pueda servir para mejorar el relato que ya de por si me ha gustado mucho. He visto que hay varías entradas publicadas sobre esta historia, intentaré ir leyéndolas cuando el tiempo me lo permita, pero no te quepa duda que lo haré.

    Un saludo. ¡Nos leemos!

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    • EBea dijo:

      Hola Wolfdux, tus comentarios jamás son molestos.
      Como creo que ya comenté por aquí (por algún lado del blog al menos) este pequeño relato lo comencé a escribir hace bastante tiempo y lo tenía muy abandonado.
      con motivo del Campwrimo me propuse terminarlo pero, claro, aproveché el material que tenía.
      Encontrarás muchísimos fallos pues hasta más o menos la mitad del relato no comencé mi autoformación en Literautas y no se aprecian los consejos que me habéis ido dando. ( y que tu tan valiosamente me has dado siempre)

      Temo que tengo que corregir todo el texto que tengo publicado (y programado para publicar todavía), intentaré hacerlo poco a poco.

      Muchísimas, muchísimas gracias por tu ayuda. A ti y a todos.

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  2. davidrubios dijo:

    Buen inicio, ambientación, suspense… Veo que la historia se continúa así que la iré siguiendo. En esta parte el lector vislumbra cierto poder, sobrenatural o no, del Conde. Ese llamado de Evelyn en un mundo del que todavía no sabemos si sigue nuestras reglas o bien esconde fantasías… En todo caso, es genial el inicio con la carta y la inmediata reacción del conde. Saludos!

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    • EBea dijo:

      Gracias por tu comentario @DavidRubios
      Curiosamente este pequeño relato empecé a escribirlo hace tres años y recientemente lo he retomado a raíz de algunos ejercicios en los que quería trabajar en la personalidad y comportamiento de los personajes ya que es una historia no demasiado larga, con una trama muy básica y cuyo principal argumento se centra en el comportamiento y personalidad de los dos personajes principales.

      Para ser sincera, la novela romántica histórica me encanta leerla, pero a la hora de escribir me he dado cuenta que es muy encorsetada porque el comportamiento tanto de la mujer como de las normas sociales es muy lejana a lo que vivimos hoy en día.

      Espero ir corrigiendo y subiendo poco a poco las escenas que tengo escritas y te resulten interesantes y agradables de leer.

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      • davidrubios dijo:

        Es verdad, la novela histórica, además de todos los problemas de cualquier historia tiene la dificultad de la documentación. Hay que estudiar mucho el contexto histórico para que el autor lo interiorice de tal manera que no resulte forzado. Saludos!

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